¡Cuán cambiado de lo que era antes!
Es lo que dirás si confías en nosotros una vez te entreguemos el trabajo terminado.
Era conveniente y necesario ponernos a disposición de muchos escritores noveles —o no— que se inician en la publicación de sus obras para remediar el gravísimo mal que padece la irrupción de la auto publicación en pequeñas editoriales tradicionales y digitales de muchos libros y autores a causa de la muchedumbre de barbarismos, solecismos, idiotismos, cacografías, vulgarismos, impurezas, impropiedades, anfibologías, monotonía o pobreza, cacofonías, oscuridades y neologismos que los afean, bastardean y empobrecen.
Una vez haya pasado el corrector profesional por tu libro te percatarás, de inmediato, de los principales vicios a que corresponden las incorrecciones que aparecían en el texto y que han sido corregidos.
Los vicios del lenguaje los podíamos resumir en de
- Analogía —barbarismos, impureza, impropiedades
- Sintaxis —solecismos, anfibología, monotonía y pobreza
- Prosodia —acentuación viciosa, cacofonía, hiato, sonsonete
- Ortotipografía —unión y separación de palabras, tilde o acento, signos de puntuación, abreviaturas, etc.
Olvidémonos del corrector ortográfico del procesador de textos que no sirve, como decía un viejo editor, absolutamente para nada. Si queremos que un texto esté bien escrito, hemos de recurrir al corrector, pero al corrector profesional que se define en la segunda acepción del vocablo en el Diccionario de la Real Academia Española, a la «persona encargada de corregir las pruebas», —antes, primeras y segundas galeradas—. El corrector es una persona, no hay que olvidarlo.
El corrector de textos está íntimamente ligado al libro. Este no sería tal si no hubiera un corrector. Ese profesional, una vez escrito el texto por el autor y antes de decidirse a divulgarlo a través de cualquiera de los formatos existentes —papel, digital, Wattpad u otras aplicaciones— lo ha de leer. Y de cada letra, palabra o frase leída analiza la coherencia del discurso, la limpieza de la ortografía y la exactitud de los vocablos. Y donde hay falla, limpia, es decir, marca el fallo e indica la solución para que el autor sea consciente de la incorrección que se escribía y la forma correcta que debe escribirse.