Juntos y solos y otras cosas


Escribir un libro siempre sale a cuenta. Solo un libro, no es más que eso. Y tras este vendrá  otro —con lectores o sin ellos—. ¡Qué más da!

Antes — Querías escribir y ya eres escritor —con vocación o sin ella—. Querías escribir mucho y vivir, tal vez, de la pluma. Al final quizá lo consigas. Otros lo han alcanzado. Aquí está tu mundo. Querías hacer algo deseable. Al igual que un escritor que te emociona, que te sorprende —vamos, que es tu ejemplo— y cuyos textos los has devorado una y otra vez. Querías pero ahora quieres escribir, por ejemplo, como un Stephen King y anhelas sobre todo tener su éxito y los lectores que le siguen. Quizá si te sinceras más lo que buscas no es escribir como él sino tener su público lector.

Pero si uno no tiene al alcance un Stephen King, un buen genérico podría ser un Juan Gómez-Jurado, otro best seller, que también has descubierto, leído y marcado como relación autor-referente.

Después — Imagínate lo que sería que tenemos un problema y lo hemos resuelto si imitamos a Stephen King o Juan Gómez-Jurado.

Puente — ¿Cómo llegar a igualar a estos escritores? Nadie es más que nadie. Tienes que volcarte en ser como eres. A menudo se dice que en la vida debes vivir tres experiencias:

  1. Tener un hijo.
  2. Plantar un árbol.
  3. Escribir un libro.

Escribir sobre lo que quieras. Si escribes es para lograr visibilidad. Necesitas comprar atención. Tener lectores, en definitiva. Piensa, no obstante, que se está formando un lector global, con lo que ello conlleva. Lo que cuentes tiene que impresionar. Olvida, desde luego, escribir libros para venderlos porque es un mal negocio, a no ser que seas uno de los monstruos a los que sigues.

Conocí en Barcelona a un escritor coreano que desde hacía muchos años efectuaba una sola comida al día. Le servían el almuerzo del mediodía —que lo disfrutaba—  y uno más igual —el de su ex ya muerta— que no tocaba y fotografiaba. Me contaba que cuando escribía con más inspiración sabía qué había comido ese día y los textos que encajarían mejor entre sus lectores.

Esto es solo anecdótico y no es para tirar cohetes  La inspiración y el éxito son caprichosos. Solo cuentan el talento y el trabajo. Antonia Kerrigan, agente literaria, insiste en que la suerte desempeña un papel muy importante.

“Somos como ludópatas, que apostamos por unos libros más con el corazón que con la cabeza.”

Basta que tu novela la nombre un ministro italiano de Exteriores, un crítico todopoderoso norteamericano o el agente literario más poderoso del mundo, Andre Wilye, o que aparezca una reseña en el New York Times o te elogien en canales de TV famosos.

No te preguntes por ahora cuáles son los ingredientes de una buena novela o qué novelistas triunfan. De eso escribiremos otro día.

Querías ser escritor y acabas de iniciar tu andadura —quizá con dos o tres novelas ya— y otros vendrán que te etiqueten y pongan perspectiva y horizonte a tu carrera literaria. Lo tuyo por ahora es solo escribir.

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Acerca de Alejandro Cano

Me gusta el pensamiento conceptual. Filósofo y escritor. Novelista, ensayista, traductor y poeta. Este blog es una plataforma de intercambio de conocimientos, tus comentarios son importantes para ayudarlo a crecer y mejorar.

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