Nadie tiene la respuesta ni lo sabe. Sin embargo, se ha escrito y divagado muchísimo acerca de este tema y se han dado explicaciones de todo tipo sin que ninguna de ellas sea convincente. Nadie sabe cómo llegar al gran público. De serlo, ya hubiera hecho efecto y más de uno lo hubiera seguido con éxito. En definitiva hubiera saltado a la fama. Para simplificar, uno podría afirmar que los libros que triunfan son los libros que gustan. Es la consecuencia que sale al admitir que se impone lo que gusta y no lo hace lo que no convence.
¿Quién tiene la clave de las ventas?
He leído, leo y me intereso por los criterios de valoración de superventas y poco se saca en claro salvo que unas veces se dan unas explicaciones y en otras ocasiones lo justifican otras. Si uno no está en esas listas, nunca llegarás al gran público. Ni lo sueñes. Quizás es lo mejor que pueda pasarte porque seguirás escribiendo si lo llevas en la sangre y con las historias que vivas y escribas aún podrás optar y concursar —ganar parece imposible a no ser que tengas o te acompañe un padrino— a un premio nacional o internacional, uno de esos que te etiquetarán como si de un ranking de estrellas Michelin del libro se tratara. A pocos —no todos— les habrá interesado la calidad, la historia, ni siquiera las críticas favorables de los lectores propios de los entes editoriales. No importa que estos sellos del gran mundo de la edición estén tras uno. Lo único importante y definitivo que moverá los hilos serán las expectativas de las ventas que arrastres. Lo que cuenta es que los números salgan. El negocio editorial no es una excepción y solo reconoce los números positivos, es decir, las ventas.
¿Te falta la recomendación de un gurú?
Desde luego. Sería lo mejor que te podía pasar. El poder de un líder de opinión siempre tendrá efectividad. Lo extraño es que no fuera así. Tu libro tendrá mucho camino hecho. El éxito casi ganado. Y, además, divierte un mogollón. Pese a todo tengo mis temores. No estoy seguro que existan un agente literario ni un juez o árbitro editorial, excepcionalmente fiables, de lo que el mercado quiere. Los buenos libros no aparecen a lo largo de todos los meses, ni todos están en las listas de los libros más vendidos exactamente en el mismo tiempo. Hay listas que no contabilizan las ventas totales pero sí la velocidad en que se generan. Me lo han contado que lo hace el New York Times. Los escritores que realmente tengan una gran novela dentro van a encontrar una manera de escribir de todos modos. Los grandes escritores son tan pocos como los grandes jugadores de fútbol —permítaseme la comparación—. Los dos necesitan tanto tiempo y trabajo para estar en forma y dominar la técnica, además de tener talento, como hacer bien lo que la mayoría de la gente no hace. Pero ya se sabe que en literatura puede ocurrir cualquier cosa.
Diagnóstico de tirón comercial
Ese reconocimiento de quienes deciden y de los que pilotan los entes editoriales será el que ponga tu libro en el mapa y en la cabecera de las listas de los más vendidos. Sin embargo, se podrían referenciar algunos títulos de libros y sus autores en los que se depositaron expectativas y, luego, fracasaron. Causas, muchas. Un éxito aparente entierra a otro que viene pegando y abriendo mercados. El que uno haya escrito un libro no es imperativo ni le convalida que valga la pena leer. El arranque inicial se aflojará en el momento que empiecen a decaer las ventas.
De ahí que no cometas el error frecuente y contaminado al creer que cuanto más te machaques en promocionarte solito alcanzarás mayores éxitos. No se hablará de ti ni de tus libros por más que te multipliques en exponerte mediáticamente en las redes sociales Facebook, Twitter, WhatsApp, etcétera. No sirve ni para el calentamiento previo de motores antes de salir a pista, ni para generar expectación. Quizás olvidas que si se habla de ti se ha de hacer en un tiempo corto y a poder ser en muchas partes, vaya.
¿O un simple golpe de suerte?
Yo no voy a tentar la suerte porque no creo en la casualidad o el destino. Sé que cada seis meses —más o menos— hay uno que se cuela inesperadamente, que triunfa. No te preguntes nada. Da por bueno cuanto te digan. También —no faltaba más— que escribe muy, muy bien. Aunque se sabe que todos los grandes escritores tienen más de un mal libro. No se puede ser excepcional sin interrupción, lo afirma algún filósofo. Pero también se está al corriente que hay escritores muy malos que crearon un libro estupendo. Sin embargo, como esos autores deben haber —y habrán— algunos otros que también escriban muy bien, que cultiven asimismo con maestría el arte de la narración, que coleccionen elogios diversos e incluso que colaboren en la prensa diaria y en revistas literarias semanales o mensuales. Pero de hecho no son reconocidos por el gran público lector. Y esa es la pura verdad.
Epílogo
¿Qué te voy a contar? Un consejo es que huyas del autoengaño. Lo bueno sería apartar las respuestas, dejarlas en el aire, desinteresarse, por más que no podamos hacerlo con los interrogantes. Ojalá todos los problemas y las dificultades del escritor fueran así de graves. Lo importante es que te guste escribir y que disfrutes leyendo. Escribir + leer. Releer + escribir. Reescribir + leer.