¿Y tú por qué escribes? 6


Si te lo preguntara de sopetón, quizás me sorprendieras con una contestación nunca oída o tal vez con algo muy vulgar, por ejemplo porque se viven muchas vidas —o no— o porque quieres destapar las que habitan en ti. O tal vez para ser diferente o porque ya lo eras. Que escribes porque quieres dejar tu trabajo habitual para escribir más y más. Ni se te ocurra. Lo siento, para mí acogerse a cualquiera de estos enunciados son meras cursiladas. Dejémonos de frases ingeniosas.

Pero tal vez estás entre los que escriben y no te preguntas por qué lo haces. Yo, en cambio, no soy de los que cree a pies juntillas que todo el mundo escribe. Pero a base de oírlo estoy empezando a admitirlo, fijaos. Para que luego digan que uno no es influenciable. Hay algunos que ni siquiera se lo cuestionan y sin embargo ahí está el fenómeno de que cada día se escriba más pero se lea menos. El arte de leer no conlleva remuneración alguna y, en cambio, el escribir —para el aficionado— oculta la posibilidad de recibir dinero por lo que escribe —no lo suficiente para vivir de la escritura— y ahí está otro de los alicientes motivadores para saber el porqué se escribe.

Depende de qué contestes al interrogante de la pregunta, te estarás posicionando en una de las dos —hay más— posturas estándares. Eres un escritor profesional —full time, con dedicación exclusiva, según el DRAE artículo propuesto para ser suprimido, en un avance de la vigésima tercera edición— o simplemente un escritor aficionado. He de dejar bien claro que aquí defino al escritor profesional como alguien que vive de lo que escribe. Es verdad y los conozco. Tengo amigos periodistas, redactores de contenidos, colaboradores de blogs y articulistas en nómina, etcétera. E incluso escritores “negreros”. Me relaciono y me codeo con ellos.

¿Por qué unos se dedican al arte de escribir sin mostrar interés alguno en extraer beneficio económico de sus textos y otros, en cambio, marcan sus territorios para que se sepa que si escriben es para publicar y recibir una remuneración por su trabajo?

Hoy me interesa centrarme en el escritor aficionado. En un primer momento no quiere pasar el umbral del escritor profesional que tiene ya sus lectores virtuales o de cualquier otro formato. Es consciente de que no vende mucho. El escritor aficionado escribe cuando puede y simplemente porque le gusta. Actúa solo y a veces a sacudidas. No importa saber si en su casa o en qué otra parte. Si se amolda a un horario de día o de noche. Si lo hace de un tirón y después corrige. Todo esto no interesa en absoluto porque puede ser el mismo sistema de trabajo que funciona para todo el mundo, para el escritor aficionado y el profesional.

Me gustaría puntualizar que cualquiera que escriba lo hace por razones varias de difícil valoración y cuantificación. Muy plausibles. Y hasta digamos que sería bueno conocerlas porque aportarían argumentaciones valiosas para arroparlas. Si escribes y tienes tus razones —todas válidas—, en alguna parte estarán tus objetivos. Esto es lo que interesa. ¿Dónde están? ¿Qué los motivan? ¿Y cuáles son?

Pero más bien pronto que tarde se dará cuenta de la facilidad de pasar esa frontera que separa el que escribe por afición del que lo hace de manera profesional. Si primero empieza por no dedicar todo su tiempo y trabajo a buscarle un cauce a lo escrito, después detecta que ha de dar un paso más, como hacen los demás, y casi de repente intenta comercializarlo por todos los medios posibles. Se percata que escribe mucho más de lo que publica. ¿Por qué? Porque escribe ya todos los días y lo mantiene a rajatabla. Además, cuando no escribe, corrige, estructura personajes, apuntala cimientos y levanta andamiajes para construir otras historias y hasta bucea para encontrar toda clase de documentaciones. Cree, en definitiva, que lo que escribe va a funcionar o ya está en marcha

Se cruza, pues, la frontera del aficionado al profesional, se libera. ¿Qué pasa cuando todo fluye? Que se equipa con toda clase de artilugios. Aprende enseguida a saber venderse. Tiene ya su propia web —a veces sofisticada y muy publicitaria— y cuenta incluso con su propio blog. Está en su primera fase de escritor y quizá tras haber alumbrado sus primeros libros. Es la hora de pasar el puente y cruzarlo. Si lo dejas atrás, tal vez ya no interese justificar pregunta alguna.

Que nadie se lleve a engaño de que no existan otras contestaciones y posturas intermedias. Es fácil certificarlo y hablar de experiencias de amigas y amigos que podrían aportar diferencias notables y puntos equidistantes. La verdad que la pregunta solo tiene vigencia y razón de ser entre los escritores que estén atravesando las primeras etapas en su quehacer literario. A mí no se me ocurriría preguntar a un escritor, que haya pasado los setenta, ¿por qué escribe o por qué sigue escribiendo? Probablemente me contestaría que me fuera con la música a otra parte. A los setenta, o a una edad parecida, lo único que quiere un escritor —si es lo que quiere— es escribir.

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Acerca de Alejandro Cano

Me gusta el pensamiento conceptual. Filósofo y escritor. Novelista, ensayista, traductor y poeta. Este blog es una plataforma de intercambio de conocimientos, tus comentarios son importantes para ayudarlo a crecer y mejorar.

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6 ideas sobre “¿Y tú por qué escribes?

  • Rafael

    Estimado Alejandro… me ha gustado leer el artículo. Es muy acertado en casi todo, pero deja algo en el tintero a mi entender.
    Se distingue entre el profesional y el aficionado con la barrera de si vive de escribir o no. Esto es correcto en muchos casos, pero no en todos.
    Hay otra clase de escritor que no aparece en el artículo: el profesional que lejos de ganarse la vida la va perdiendo, y aun así insiste e insiste porque está atrapado.

    Rafael

    • Alejandro Cano Autor

      Estimado Rafael… Efectivamente no quise meter a todos en el mismo saco ni fue mi intención silenciar a otros —entre los que me incluyo— en las listas de los que escriben y viven de ello y los que no. No cabe aquí la cita de Virgilio en la Eneida: Ab uno disce omnes —por uno solo se conoce a los demás—.
      Y tanto, Rafael, que hay otra clase de escritor al que no aludo pero conozco: “el profesional que lejos de ganarse la vida la va perdiendo, y aun así insiste e insiste porque está atrapado”.
      ¡Qué pensarías si supieras que yo estoy entre ellos, atrapado también! Y tantos escritores —y sobre todo muchos poetas— que van perdiendo la vida y seguirán escribiendo hasta un final del cual ya tienen el recuerdo.
      Permíteme que cite a César Vallejo:
      “Me moriré en París con aguacero,
      un día del cual tengo ya el recuerdo.”

  • Jesus

    Escribo, luego existo. Desde jovencito leía y leía. No de manera compulsiva, pero me gustaba leer. Pronto aprendí a separar la paja del grano literario, así que me dije a mi mismo que eso también lo podía hacer yo. Hoy sigo escribiendo. Con calma, sin prisas ni con intención alguna; bueno sí, tal vez para dejarles un legado literario a mis hijos ¡Quien sabe si llegaré a ser un Tolkien!

    • Alejandro Cano Autor

      No soy quién para opinar pero sí para contestarte, Jesús. En este caso he de ratificar que muchos otros —antes que tú hicieron lo que tú hiciste— y bien. Otros vendrán por los que ya se han ido y seguirán haciéndolo. Es el camino que hay que transitar. Leer, escribir y corregir. Y seguir leyendo.

  • Ramón Somoza

    Escribo porque tengo necesidad de hacerlo. Siento la necesidad de crear universos nuevos, de plasmar ideas que cruzan mi mente, historias que quizás no saldrían a la luz si no las escribiese. Empecé cuando tenía quince años, y cuarenta y tantos años más tarde sigo escribiendo con la misma ilusión. Y cuando recibo un correo de un lector agradeciéndome la lectura o leo una reseña donde alguien dice lo mucho que le ha gustado uno de mis libros, para mí es como cuando de pequeño abría los regalos de Navidad.
    Yo supongo que soy lo que llamas un escritor aficionado, puesto que no me dedico a ello a tiempo completo. Tengo un trabajo que me gusta, y no me he planteado abandonarlo para dedicarme en exclusiva a la literatura. Pero con 16 libros publicados -y alguno que ha estado como líder de ventas en tres continentes- tampoco me considero tan «aficionado». Quizás no sea un escritor «profesional», pero debo estar muy cerca de esa etiqueta.
    ¿Por qué escribo? Porque si no lo hiciese no sería yo.

    • Alejandro Cano Autor

      Escribir lo que uno siente, todo lo que uno siente, nada más que lo uno siente. Escribir brutalmente la verdad brutal, enojosamente la verdad enojosa, tristemente la verdad triste. Si empezaste a escribir con quince y estás ya en los cuarenta y tantos y sigues escribiendo —con la misma ilusión— historias que de no haberlo hecho no existirían, es porque eres un escritor de raza —no importa el número de tus libros publicados—.
      Me alegro que sea así y que compartas “el trabajo que te gusta” con tu otra ilusión y tarea con la tan asendereada profesión de las letras. Olvídate de apellidos —aficionado o profesional— que nada importan, de verdad. Eres un escritor de pies a cabeza. Nada hay tan bello como un escritor se confiese como lo haces tú. Tienes el fino don del matiz y la rica habilidad de captar sin esfuerzo universos aparentemente nuevos pero inadvertidos para otros.