El que algunos académicos de la RAE —poquísimos afortunadamente— se salten las normas que ellos mismos han refrendado y que dieron como preceptivas es para echarse a reír. Si escriben —y sobre todo si publican— lo han de hacer de acuerdo con las normas que rigen en la Institución.
Otra cosa es que en el terreno individual cada uno pueda hacer de su capa un sayo, no faltaba más. Siempre hay que respetar el libre criterio del escritor. Pero si eres académico y escribes y publicas, ¿por qué no sigues las normas de la RAE y la Asale como lo hace la mayoría de escritores? ¿Qué pensarían de alguien que participa y es miembro de un colectivo que dicta normas sobre algo pero que se las salta a la torera? Lo preceptivo sería seguir las formas correctas confirmadas por la autoridad de la Real Academia Española de la Lengua, a las que nos hemos sujetado rigurosamente, como autoridad máxima e inapelable del idioma cervantino.
Aún recuerdo a un maestro de novicios que decía a los jóvenes religiosos en el día de sus votos temporales. “Si religioso te hiciste, ¿religioso a qué viniste? ¿Viniste a ser santo o no? Si viniste, ¿por qué no? Y si no, ¿por qué viniste?
La traducción es muy sencilla. Si eres académico, has de dar ejemplo y escribir y publicar de acuerdo a las normas académicas. Y si no lo haces, ¿para qué sirve lo de “académico”?
No sé cómo interpretar que se haga caso omiso de las «Novedades de la Ortografía de la lengua española (2010). Versión 1.6. 14 de abril del 2014. En este documento se describen las novedades más importantes de la Ortografía de la lengua española, publicada en el 2010 por la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) y la Real Academia Española (RAE). Entre otras, la acentuación de “solo”. No debe tener tilde nunca cuando no hay riesgo de ambigüedad. Cuando hay riesgo de ambigüedad y es adverbio, se desaconseja la tilde y en su lugar se prefieren las formas sinónimas únicamente o solamente. Y asimismo no deben llevar tilde los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales».
Pero no es así. Acabo de disfrutar y de leer a Javier Marías, Así empieza lo malo, Madrid, Alfaguara, 2014. Sin embargo, aquí escribo como lingüista y solo me voy a referir a algunas particularidades del lenguaje, referidas a esta novela, con una serie de ejemplos. No es óbice recalcar la calidad de la novela de un autor de persistente inteligencia y de gran recorrido.
Pese a todo, con gran sorpresa y en momento alguno no se atiene en todo el texto de las quinientas treinta y cuatro páginas del libro a la supresión de «la tilde en el adverbio “solo” (p. 269 de la OLE) que a partir de la Versión 1.6. 14 de abril del 2014 se podrá prescindir de la tilde en todas las formas incluso en casos de doble interpretación… empleo de sinónimos (solamente o únicamente), y asimismo en la supresión de la tilde en los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, funcionen como pronombres o como determinantes, que no deben llevar tilde. Se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación (p. 269 de la OLE)».
Pero hay más. Igualmente no se tiene en cuenta el uso redundante de los pronombres [a mí] [me], [a ti] [te]. Lo correcto es NO repetir el pronombre. Para más información, véase el siguiente enlace.
He aquí algunos ejemplos en los que el académico Javier Marías, en su libro Así empieza lo malo, Madrid, Alfaguara, 2014, los repite: «Anda, déjame a mí ahora», p. 223; «No sé si ha caído en ello, Eduardo, pero a mí no me cuenta usted casi nada», p. 325; «A mí nunca se me habría ocurrido», p. 365; «También a mí me daba palmadas, pese a no ser nadie» p. 412; «Yo a ti te conozco, ¿verdad?» p. 426.
Lo correcto es: «Anda, déjame [a mí] ahora», p. 223; «No sé si ha caído en ello, Eduardo, pero [a mí] no me cuenta usted casi nada», p. 325; «[A mí] Nunca se me habría ocurrido», p. 365; «También [a mí] me daba palmadas, pese a no ser nadie» p. 412; «Yo [a ti] te conozco, ¿verdad?» p. 426.
Las frases del académico son tan incorrectas como las siguientes frases: «A mí me gustaría que vinierais», «A mí no me mandes besos. A mí me los das». Las formas correctas son: «[A mí] Me gustaría que vinierais», «[A mí] No me mandes besos. [A mí] Me los das».
Hay, además, otras incorrecciones de otro tipo que no vamos a señalar —porque no es el tema— como las que aparecen en la misma página 221: «Van Vechten no se rió, o si lo hizo fue con retraso» o «se enfrascó en la partida de póker». El pretérito imperfecto “rio” no lleva tilde y el término “póker”, el diccionario no lo admite y sí lo hace con “póquer”.
No hay mal que por bien no venga, dice nuestra paremiología, y dice bien en lo concerniente a las lecturas. Porque con ellas, además de disfrutarlas si son buenas, es una escuela de aprendizaje para todos los que estamos en esta tan asendereada tarea de las letras.
Me has dejado sin palabras. Muy bueno el artículo.
No voy a decir que «a mi me sorprenda». 😉
La RAE ya no es lo que era.
Muy buen artículo, solo quería comentarte una duda con respecto al ejemplo de la novela de Javier Marías: si el texto refleja un diálogo en el que un personaje se expresa, a su manera, entonces la repetición de pronombres, aliteraciones varias, redundancias etc, serían justificables ¿no?
Lo digo, porque suelo utilizar ese truco: usos de lenguaje, modismos, localismos y errores de expresión, para caracterizar a ciertos personajes. Por ejemplo, Greta, una expresidiaria que aparece en una de mis novelas, se expresaría así: «¡Que no hables asín a mí!, que a mí me tienes ya mu jarta, y eso no es asín, porque a mí me tienes tu que respetar, ¡eso es asín!, porque asín es como es»
Evidentemente es un parlamento enrevesado y redundante, pero es que el personaje «lo pide».
En este caso considero que el narrador debe seguir las normas de la RAE, pero los personajes, no siempre, ya que el jugar con algunos errores del lenguaje puede añadir muchos matices a una novela.
Y, para rizar el rizo, cuando el narrador es un personaje que narra en primera persona, considero que también se le deberían hacer ciertas concesiones acerca de su particular forma de expresarse (una cosa es hablar y otra escribir).
Un saludo, espero opiniones.
Aunque tarde —mil perdones—, quiero comentarte y dejar constancia que
a) una cosa es que algunos académicos de la RAE —poquísimos afortunadamente— se salten algunas normas que ellos mismos refrendaron y que dieron como preceptivas, —nuestra posición sigue siendo la misma expuesta ya en http://www.corrigenda.es, aunque ahora detectemos que se empieza a decir que no eran normas sino «meras recomendaciones»—, y
b) otra muy distinta es estar de acuerdo con el uso de recursos literarios y estilísticos —siempre correctísimos y que asumimos—, a saber:
1. Tipo de lenguaje —culto, popular, erudito, poético—.
2. Vocabulario especializado, regional, dialectos, etc.
3. Figuras literarias especiales de acuerdo con la historia, el tema y el lenguaje puestas no tan solo en boca de los protagonistas o de algunos de los personajes que transitan por el texto —incluidos modismos, localismos, etcétera—, sino también frases y términos suscritos por el autor, pero siempre que estén o aparezcan «resaltados», entrecomillados, en cursiva, o en la forma que cada autor considere oportuno.
Un saludo.
Muchas gracias por la respuesta, Alejandro. En el resaltado está la clave, entonces: a entrecomillar tocan.
Un saludo.
Saludos desde Nicaragua. Me late que Javier Marías quiere enfatizarnos algo con el título de su novela, “Así empieza lo malo”?. Así empieza lo malo… (A mi me late)…